La gobernabilidad en la provincia en los próximos dos años depende, en gran parte, de ese resultado. La Cámara alta tiene la llave para aprobar los pliegos de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, las leyes impositivas y el Presupuesto con los futuros pedidos de deuda para gestionar.
El cuerpo de 46 legisladores está integrado ahora por 26 representantes de Juntos por el Cambio y 20 por el Frente para la Victoria. Los cálculos de Kicillof son de un optimismo ajustado. En el mejor de los casos podrá revertir la mayoría opositora. En un cálculo más moderado y real, podría lograr un empate o equilibrio de fuerzas en el Senado.
En la gobernación ven posible mejorar la elección de 2017, cuando se forjó el actual esquema de representación. Entonces Cristina Kirchner perdió la elección con 37,2 puntos contra Esteban Bullrich que se quedó con 41,3%. Pero la diferencia se la llevó Sergio Massa, que retuvo 11% con el ahora canciller Felipe Solá. Ahora Massa es un aliado, pero nadie espera que la suma de votos sea lineal.
“Tenemos que ir a buscar al 52 por ciento que le dijo a este gobernador que quería cambiar la historia”, expresó Daniel Gollán, el hombre de Kicillof en la nómina de diputados nacionales, que arrastrará el resultado provincial.
Aún en caso de lograr un 40 por ciento, Kicillof podría alzarse con la mayoría en la Cámara alta. Dependerá no sólo del resultado del FdT y de Juntos. Podría dar una sorpresa el partido de Florencio Randazzo, Vamos con Vos. O José Luis Espert y su partido Alianza Libertad, aunque pocos creen que logren representación en la Legislatura bonaerense.
La Cámara alta renueva 23 bancas. La oposición pone en juego 16 escaños y el oficialismo, 7. Las expectativas están centradas en la Primera Sección electoral. Allí Juntos tiene cinco representantes y el FdT, solo tres. El oficialismo espera revertir esta ecuación. Es decir, quitar dos representantes a la oposición.