La muñeca política del ministro de Economía, Sergio Massa, se pondrá a prueba, como era de esperar, en la capacidad que muestre para lidiar con una movida delicada en la que el poder económico decidió jugarle a sus espaldas: la decisión de las 30 grandes empresas del consumo masivo de dejar la mitad de la demanda insatisfecha, vaciando las góndolas con la intención de que no se renueve el plan Precios Justos, que no sólo es un congelamiento de 2500 productos por 4 meses sino también la pauta de aumentos autorizados por el Gobierno para todo lo que no está congelado. En síntesis, un golpe directo a uno de los motores del proceso de desinflación que busca Massa y en el que se juega en enero y febrero buena parte del éxito o fracaso del año. El ministro prometió un mes de abril con un tres adelante, lo que será impracticable si Alimentos, Bebidas y canasta básica vuelven a ponerse por encima de la pauta actual.
La información a la que accedió Página/12 de diferentes fuentes refleja que desde que Massa deslizó, a finales de diciembre, que Precios Justos se renegociaría para extenderlo hasta junio (debía terminar, en los papeles, el 28 de febrero), se derrumbó el abastecimiento de los fabricantes de alimentos, limpieza e higiene a los grandes supermercados. Hoy, de las 30 empresas más grandes que están en el programa, cerca de 25 abastecen menos del 50 por ciento. Es decir, cuando un supermercado les pide 10 productos, entregan menos de 5 productos promedio, por lo cual hay algunas que entregan cero, otras al 20 o 30 por ciento. Sólo cinco firmas entregan productos de Precios Justos por encima del 50 por ciento y apenas dos de ellas están arriba del 80.
El dato es fuerte porque, cuando se lanzó en noviembre, Precios Justos arrancó con un abastecimiento que arañó el 70 por ciento, superando incluso el 50 o 60 por ciento de cumplimiento que había habido en las canastas que negoció Roberto Feletti, antecesor de Matías Tombolini en la Secretaría de Comercio Interior. Ya a fines de diciembre, cayó radicalmente el volumen entregado. Y en los últimos quince días, se expresó de manera más dramática y visible dado que hay góndolas directamente vacías o productos que no se consiguen. Esto ocurre, además, porque el sector supermercados de Argentina, salvo puntuales excepciones, no hace lo que técnicamente se llama «staple», que es comprar mercadería en cantidad y guardar. En general, compran y venden, por lo cual cuando los desabastecen de esta forma, se nota en góndola.