Con una dura infancia y una juventud de éxito, El sol de México volvió a brillar y llenó tres Movistar Arena.
Dotado desde niño de un gran talento y una carita cautivadora, el güero (rubio: exacto), Luis Miguel Gallego Basteri, vio un tesoro posible en su padre, Luisito Rey, guitarrista español de aspiraciones flamencas, en desesperación constante por ganar lo que fuera. Después de dar varias vueltas y vueltas por diferentes sitios, Luis Miguel nació en Puerto Rico, con Marcela Basteri, quien nacida en Carrara, Italia, no dudó en poner en la olla el fruto de su trabajo como doméstica.
Tras su llegada a México, donde pusieron campamento en la Ciudad Juárez, donde ya el narco y los nunca explicados asesinatos de mujeres jóvenes y trabajadoras empleadas en fábricas eran un punto caliente y trágico, Luis Miguel de pocos años, como ya se sabe y lo explicitó la serie, fue explotado y sometido a jornadas extenuantes de ensayos y agotamiento hasta conseguir algún contrato, el cual obtuvo en Radio Juárez, un concurso infantil, rechazado en muestra inicial y luego no solo admitido sino ganador.
Nacía el desarrollo de una súper estrella poco comparable en tierra de Jorge Negrete, Chavela Vargas, Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, el olvidado Enrique Guzmán, gran rockero precoz de Popotitos y Usted es la culpable, El susurrador Cuco Sánchez, entre otros.
Solo que Luis Miguel, bajo el látigo del padre y la madre, que no estaba de florero, traía un aire diferente. Aún con mucho mariachi y ranchera, con mucho saber, le entró a la balada, a las canciones “románticas”, al erotismo caliente y reprimido, que es fórmula ganadora, con “Por debajo de la mesa”.
De gran afinación y voz poderosa, en las primeras apariciones tocó varias veces la trompeta antes de cantar entre frases y frases, y México lo asumió como hijo, amante y un ser indefinible al que se le puede permitir todo.
No siempre lo emprendido en asuntos de negocio funcionó bien. Después de un período que parecía el ocaso, resurgió con la zambullida extraordinaria en el bolero con la producción de Armando Manzanero, a la cabeza la versión antológica de “No sé tú”.
La serie recompuso una personalidad y un músico de gran valor y lo llevó arriba otra vez para, de paso, acomodar las finanzas anémicas. Pero tal vez la fuerza popular y poderosa es alcanzar la versión de que ya no es otro, que tiene un doble, que ha muerto pero se ha encontrado a alguien muy parecido para que la máquina no se detuviera.
¿Es de verdad el que canta cada noche ahora en la Argentina? Parece absurdo pero la idea se robustece.
En tanto, Ventura afirma que hay tres dobles, no uno solo y ahí viene lo notable, es que a la gente, créase o no, no le importa demasiado. Los fans especializados ponen atención en la prueba de la oreja: a partir de la idea de que las orejas siempre permanecen iguales desde que se nace, juran que es.