Entre el año 2003 y 2013, el sistema de transporte público de pasajeros metropolitano sumó cientos de miles de viajes por día, el uso del automóvil particular aumentó su frecuencia en el AMBA y el tráfico en los accesos a la Ciudad de Buenos Aires creció más del 80%.
En ese contexto, los ferrocarriles metropolitanos experimentaron una caída en la cantidad de pasajeros transportados. El uso del colectivo, en cambio, creció más de un 30% y hoy explica alrededor del 80% de los pasajeros del transporte público.
Según el ex director del Departamento de Transporte de la Facultad de Ingeniería, UBA, Roberto Agosta “el sistema de transporte debe garantizar equidad y sustentabilidad. Para ello, debe mantenerse un equilibrio entre promover todo lo que resulte posible el repago del sistema por parte de los usuarios directos y al mismo tiempo, no perder de vista que el transporte es, en muchos casos, un bien meritorio esencial para garantizar la cohesión social, la estabilidad política y la seguridad urbana al posibilitar un acceso más equitativo a oportunidades laborales”.
Por eso es que muchos especialistas coinciden en que es fundamental desplazarnos para acceder a los lugares donde realizamos la mayoría de nuestras actividades: trabajo, estudio, salud, esparcimiento, compras, visitar amigos y familiares, o trámites. Y la inclusión social, más la integración del AMBA requieren de un adecuado transporte público que aproveche mejor la escasa capacidad vial y disminuya la congestión.