El índice de inflación de mayo terminaría cerca del 5%. El Gobierno tendrá el desafío de trabajar sobre las expectativas y convencer que no se cortó la tendencia a la baja
En la última semana de mayo se registró un repunte en los precios de alimentos y bebidas, según los consultores. REUTERS/Jim Vondruska/Archivo
Además de la presión cambiaria y la suba del riesgo país de los últimas días, junio podría traerle otro dolor de cabeza al Gobierno: un posible freno o incluso reversión del proceso de marcada desinflación de los últimos meses, lo que posiblemente representa su mayor logro en los primeros seis meses de gestión de Javier Milei.
No se trata solo del peligro del impacto que la suba de los dólares financieros -y por consiguiente de la brecha cambiaria- podría tener en algunos precios. Además, la última semana de mayo también mostró un repunte en alimentos y bebidas, obligando a recalcular el cierre del índice del mes, pero sobre todo planteando algunas dudas sobre la posibilidad de una mayor disminución de la inflación hacia adelante.
Según EcoGo, que dirige Marina Dal Poggetto, el rubro alimentos y bebidas terminó mayo con una suba de 6,1%, ya por encima del 5,6% registrado en abril. Sin embargo, estimaron que el índice mensual arrojará 4,9%.
“Se rompió la dinámica de inflación en la cual regulados impulsaba al indicador al alza, con el resto de los precios contribuyendo a la baja”, indicaron en la consultora.
Algo similar sucedió con la medición de FIEL: arrojó 4,8% para la ciudad de Buenos Aires, pero la núcleo sube a 5,2%. La causa es que alimentos y bebidas volvió a acelerarse a 6,8% en mayo.
El aumento de la brecha cambiaria no es buena noticia para el proceso de reducción de la inflación. Así como el comportamiento de los dólares financieros ayudó a estabilizar los precios en los primeros meses del año, la suba de los últimos días podría tener el efecto contrario. El aumento de alimentos no es buena señal para junio
Con estos niveles ya resulta muy difícil pensar que en junio el índice nacional pueda mantenerse en niveles de 5% o incluso levemente por debajo. El Gobierno tendrá la tarea de preparar el terreno para la posibilidad de un número que termine rompiendo la tendencia a la baja que arrancó desde enero y se sostuvo hasta mayo.
En caso de ocurrir este escenario, será importante convencer a la sociedad de que se trata de una pausa en el proceso de reducción inflacionaria y no un cambio de tendencia. Las expectativas juegan en esto un rol clave y podría llevar a nuevas remarcaciones por parte de las empresas.