Por Raimi Rios
En nuestra ajetreada vida adulta, a menudo nos encontramos perdidos en la rutina, el estrés y las responsabilidades diarias. Parece que nos hemos olvidado de la alegría y la libertad que experimentábamos cuando éramos niños. Sin embargo, conectar con nuestro niño interior puede ser una herramienta poderosa para rejuvenecer nuestra mente, revitalizar nuestras emociones y redescubrir una alegría que creíamos perdida.
Muchas veces, dejamos de lado nuestra niñez cuando nos convertimos en adultos, pensando que la madurez implica abandonar los juegos y la imaginación. Sin embargo, es importante recordar que nuestro niño interior forma parte esencial de nuestra identidad y llega a influir en nuestras decisiones y en nuestra forma de percibir el mundo. Reconectarse con él implica reconectar con nuestras pasiones, nuestras fantasías y nuestra capacidad de asombro.
Cuando nos permitimos reconectar con nuestro niño interior, nos abrimos a un mundo de posibilidades creativas. La creatividad es la chispa que impulsa la innovación y el descubrimiento en todas las áreas de la vida. Al dar rienda suelta a nuestra imaginación, encontramos soluciones fuera de lo común a los desafíos que enfrentamos en nuestro día a día. Además, la creatividad nos ayuda a liberar tensiones y a encontrar nuevas formas de expresión personal.
Aprendemos a no tomarnos la vida tan en serio.
La conexión con nuestro niño interior también nos proporciona una dosis extra de energía, optimismo y entusiasmo. Nos ayuda a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas y a disfrutar de la vida de una manera más plena. Al conectar con esa parte de nosotros mismos que aún guarda la capacidad de maravillarse ante las cosas más simples, descubrimos la alegría en los detalles más insignificantes y aprendemos a no tomar la vida tan en serio.
Además, al conectar con nuestro niño interior, podemos sanar heridas emocionales que quizás hayan quedado en nuestro pasado. Muchas veces, nuestro niño interior guarda dolor, tristeza o ira no resuelta. Al prestar atención a esas emociones y permitirnos sentirlas, podemos liberarnos de su carga y sanar nuestras heridas emocionales más profundas. Al final, esto nos ayuda a vivir una vida más plena y equilibrada.
Conectar con nuestro niño interior no implica dejar de lado nuestras responsabilidades o volvernos irresponsables. Al contrario, implica encontrar un equilibrio entre nuestra vida adulta y la esencia de lo que somos. Es un recordatorio de que todos llevamos dentro una parte pura, libre y verdadera que nos conecta con nuestra auténtica esencia.
Reencontrémonos con nuestra esencia
Por lo tanto, es fundamental prestar atención a nuestro niño interior y darle espacio para jugar, soñar y sentir. No permitamos que las preocupaciones cotidianas nos roben la oportunidad de conectar con la alegría y el sentido de la vida. Reencontrémonos con nuestra esencia más sincera y aprendamos a disfrutar de cada momento con la inocencia y el entusiasmo de un niño.
Conectar con nuestro niño interior es una invitación para vivir la vida con una actitud más ligera, más alegre y más resiliente. Así que, ¿por qué no darle la bienvenida a ese niño interior que espera ansiosamente jugar y soñar junto a nosotros? La conexión con nuestro niño interior no solo trae alegría y felicidad a nuestras vidas, sino que también nos ayuda a convertirnos en seres humanos más plenos y auténticos.