Factores como la dieta y el cortisol son algunos de los desencadenantes de esta situación muy frecuente y misteriosa, que aun los médicos no han terminado de dilucidar
La dificultad para conciliar el sueño, sueños interrumpidos o despertares nocturnos son quejas comunes, y el despertarse específicamente alrededor de las 3 a.m. está rodeado de teorías.
Hoy se celebra el Día Mundial del Sueño, que desde hace unos años se realiza a iniciativa de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM). En 2016, esta asociación se unió a la Federación Mundial de Sueño (World Sleep Federation WSF) y formaron la actual Asociación Mundial del Sueño (WSS) lo que refleja en esa unión la importancia que este tema va cobrando en cuanto a su impacto sobre la calidad de vida y en la salud en un sentido integrador y amplio.
Ya hemos hablado en otras oportunidades de los diferentes inconvenientes y riesgos que ocasionan las patologías del sueño que ocupan desde aspectos clínicos como la diabetes hasta de salud mental como los déficits cognitivos.
Cuáles son las causas
Las razones para que esto ocurra pasan desde ya por cuadros específicos, como por ejemplo la apnea de sueño frente a lo cual el estudio se impone para poder cuantificar de manera adecuada, pero también se invocan causas como las alimentarias y el estrés de manera preponderante. Algunas causas son:
1. El estrés y el cortisol. Eso explicaría en parte esos fenómenos de mitad de la noche específicamente entre las 2/3 a.m. ya que se produce un ligero pico de esta hormona en ese horario.
Es en estos casos donde el estudio del sueño y llevar un diario personal para informar al profesional, así como los cuestionarios sobre sueño son de utilidad, ya que el dato aislado puede implicar hipótesis opuestas.
Por ejemplo, si nos vamos a dormir estresados e intentamos calmarnos, o dormirnos mirando diversas pantallas en las cuales no solo estas en sí mismas afectan el sueño, sino el contenido (violencia, noticias, etc.), no será posible ya que estas incrementan ese nivel de estrés. Es evidente que la activación del sistema nervioso autónomo hará que tengamos esos picos de cortisol, pero incrementados y podamos despertarnos con palpitaciones, sudoración, etc.
2. Alimentación. En otros casos, sumado o no a lo anterior es el tema de la alimentación. Estamos en épocas de ayunos manejados sin indicación médica, en base a información no verificada que se encuentra por redes sociales, y desde ya no específicas a nuestro perfil biológico. Así, es muy raro que antes de empezar periodos de ayuno, alguien estudie por ejemplo sus niveles de glucemia o aún menos los de hemoglobina glicosilada, insulina, o cortisol matinal, entre otros.
De esta manera, por ejemplo la estrategia OMAD (one meal a day) o una comida al día, puede llevar a que alguien se encuentre con niveles bajos de glucosa en el curso de la noche y eso genere desestructuración de los patrones de sueño. Al mismo tiempo, lo opuesto, una alimentación copiosa o muy cercana al momento de irse a la cama, también puede ocasionar ese molesto despertar.
3. Uso de estimulantes o depresores en las últimas horas del día. Así, la idea de que el alcohol ayuda a dormir es errónea y efectivamente es un frecuente generador de despertares a mitad de la noche cuando su efecto sedante desaparece y hay un efecto rebote.
4. La medicación y los horarios de la misma. El uso de antidepresivos de cierto tipo en particular los ISRS (inhibidores recaptación de serotonina), si bien no es aconsejable en algunos casos tomarlos de noche, es algo que se deberá evaluar con el médico tratante, pero puede ocasionar este tipo de insomnio.
5. Otros factores: estos ya son generales al sueño como la actividad física, especialmente la ausencia de ella, o las siestas excesivas, así como el factor edad o cambios hormonales que pueden afectar estos ciclos en los cuales en la segunda parte de la noche se dan etapas de sueño menos profundo y, por ello, mayor propensión o facilidad para despertar.