El viaje a Washington fue importante para correr algunos ruidos en la relación con el dueño del FMI.
Ya en tiempo de descuento y con los escollos propios de una negociación compleja, la cuestión de la deuda con el Fondo Monetario (FMI) encara el tramo final con una doble gestión oficial con el dueño del organismo, los Estados Unidos. Con el Gobierno habiendo relegado cualquier debate interno con la oposición fuera del Congreso, el eje está puesto en darle forma al padrinazgo político definitivo de la administración de Joe Biden a la renegociación; mientras que los técnicos argentinos en Washington sigue a diario trabajando en los números del pacto. «Se están mostrando los dientes en lo que esperamos sea el camino a un acuerdo», describió una alta fuente de la Casa Rosada.
En medio de eso, en el Gobierno dijeron a P12 que no habrá problemas con cumplir con los pagos de los vencimientos de estos dos meses (750 millones de dólares en enero y 380 en febrero).
Se abonará con el mismo dinero que el organismo que comanda Kristalina Georgieva le da a la Argentina, monto que luego se devolverá una vez que esté cerrado el acuerdo. De todos modos, la idea oficial es acordar antes de febrero y pagar sólo el vencimiento de la semana próxima. En los detalles finos el comando está en manos de Sergio Chodos, el negociador argentino ante el organismo internacional.
Naturalmente, atravesar la dinámica de un gobierno estadounidense con tensiones de los poderes fácticos y el establishment, no será un lecho de rosas para Argentina. No es casual que desde el FMI sigan deslizándose sugerencias de ajuste y moderación del gasto para los países periféricos. Y que, en la faz política, queden dudas por resolver: el caso más concreto es saber cuánto peso específico en la toma de decisiones tiene David Lipton, el hoy asesor de Janet Yellen en el Tesoro americano, el ministerio de Economía de Biden. Un cruzado del conservadurismo, Lipton fue el segundo del FMI en la gestión de Christine Lagarde, cuando se otorgó el préstamo histórico a la administración de Mauricio Macri.
Para el Gobierno, pesará más la decisión ejecutiva de Biden, en el marco de una relación con Argentina que excede la discusión por el FMI y se centra en la idea del gobierno de Fernández de jugar como un presidente de diálogo lógico en la región. En este contexto, de la misma manera en la que la Juntos por el Cambio se aglutinó en una posición única respecto a la deuda, el Frente de Todos tiene casi todas las filas cerradas para concretar un acuerdo sustentable.
Por lógica, ese scrum oficial tendrá la particularidad de seguir marcando que es necesario un acuerdo poco doloroso pero con un recordatorio: el crédito del FMI de Donald Trump y Lagarde fue político para sostener al gobierno de Macri. Fue récord para Argentina, para el organismo y trastocó todas las posibilidades de recuperación que el país podía tener el corto plazo. En esa sintonía deben leerse la carta de Cristina Fernández en redes sociales; el hilo de tweets del Ministerio de Economía derribando la fake news de Cambiemos por la deuda y la posición pública del titular de Diputados, Sergio Massa, que recogió el guante de la epístola de la vice y recordó el daño económico del endeudamiento.