Aunque por lo general desarrollan cuadros leves, los hospitales cada vez informan más pacientes internados por covid.
Ómicron se encarga de batir todos los records y, aunque algunos especialistas insisten en que se trata de una “variante más leve”, lo cierto es que con la cantidad de infecciones que ocasiona, la presión sobre el sistema sanitario ya comienza a sentirse.
El incremento es considerable
Los y las profesionales que atienden a pacientes pediátricos y adolescentes internados insisten en que el ritmo del incremento de la ocupación de camas es “considerable”. La curva a nivel nacional provoca vértigo y los médicos consultados por este diario recomiendan con énfasis la inoculación para enfrentar la tercera ola, y así frenar el colapso de las terapias intensivas.
“En el hospital Garrahan tenemos un incremento sostenido de casos covid. Hacia comienzos de diciembre teníamos una sala para siete o diez pacientes, el 17 de ese mes abrimos la segunda sala porque advertimos un primer aumento con 15 internados y el martes tuvimos que abrir la tercera porque llegamos a 59”, describe Oscar Trotta, médico pediatra de dicha institución.
De esa cifra que refiere Trotta, el 10 por ciento de los internados son menores de tres años, con lo cual, no accedieron a sus dosis.
El 60 por ciento son mayores de esa edad pero no se vacunaron, o bien, tienen el esquema incompleto (en muchos casos, por ejemplo, cursaban una patología oncológica o neurológica y el médico recomendaba no hacerlo en ese momento); y el porcentaje restante, en cambio, sí recibió las dos inyecciones.
Según la información consignada por la red de hospitales públicos de CABA, la positividad para pacientes menores de 16 años pasó de 3.3 al 20 por ciento durante las últimas semanas. Esta cifra se traduce en un problema para el sistema de salud, que comienza a resignar capacidad de respuesta. “Solo con la cantidad de consultas que recibimos a diario se colapsa. Basta con ver las colas de la gente que aguarda ser atendida para notar la situación que estamos pasando”, dice Trotta.
La vacunación como necesidad
En Argentina, el 25 por ciento de los niños y niñas entre tres y once años posee esquema incompleto de vacunación (1.595.924), mientras que un 35 por ciento (2.336.970) no ha recibido ninguna vacuna. En efecto: un 60 por ciento de la población pediátrica no se encuentra totalmente protegida ante el coronavirus. Como suelen recalcar los especialistas, las vacunas no previenen el contagio sino las formas graves de la enfermedad. “Necesitamos que aquellas familias que no lo hicieron, acerquen a los más pequeños a vacunarse. Que se queden tranquilas, del 100 por ciento de chicos que se inocularon no registramos ni un solo caso de efecto adverso de importancia”, expresa Trotta.
La vacuna en niños
“El tema con pediatría es que durante toda la pandemia vimos casos leves o asintomáticos, ya que solo un porcentaje menor se complica. Eso provoca, desde mi punto de vista, que la gente se relaje un poco con el tema de la vacunación de los chicos. Cuando empiecen las clases, las escuelas funcionarán como un campo seco para los incendios, y tarde o temprano, como ya vamos viendo, repercutirá en un aumento de las hospitalizaciones”, apunta Georgina Di Genaro, médica pediatra que se desempeña en clínicas privadas de Olivos y Lomas de Zamora. Luego continúa: “También son protagonistas las campañas en contra de las vacunas que afrontamos desde el principio y específicamente aquellas que van en contra la aplicación de las inyecciones en los más pequeños. Un porcentaje importante de la población no está dispuesta a inmunizarlos contra covid y es preocupante”.
Tanto la de Sinopharm –que se aplica desde los tres años y utiliza virus inactivado– como la de Moderna y la de Pfizer –que se emplean de 12 años en adelante– resultaron muy seguras. Pese a que la gran mayoría de los menores que se contagian transitan la enfermedad con cuadros leves, transmiten el coronavirus a individuos de mayor riesgo con los que comparten su vida. “Muchas familias no quieren vacunar porque al comienzo de la pandemia se escucharon algunos mensajes contradictorios de pediatras o sociedades científicas, pero ya hay sobrada evidencia que indica que los niños deberían recibir sus dosis”, destaca Trotta.