Todo lo que toca Messi lo convierte en prosperidad. El joven que en el mes de junio le llevó un pedido de churros a su casa de Funes, está a punto de cumplir su sueño de jugar al fútbol profesional. Y la churrería triplicó su personal.
«Nada es casualidad», dice convencido Juan Pablo. Un trabajo en Irlanda de su papá llevó a toda la familia a Gran Bretaña cuando era muy chico y, al llegar, jugó junto a su hermano mayor al Baby en el Celtic. Pero, a los 7 años de edad, su madre decidió volver. De regreso, empezó a jugar al fútbol infantil en el complejo Malvinas de Newell’s Old Boys, y luego otra mudanza lo llevó a Funes donde siguió su pasión por la pelota en Defensores.
Pero el 25 de marzo de 2017, y a sus 14 años, un auto arrolló a Juan Pablo cuando cruzaba la ruta 9 a la altura de la Garita 1. Tenía todo listo para ir a los pocos días a probar suerte al Levante, pero eso no pudo ser. «Tenía pocas chances de sobrevivir, me había fracturado y me detectaron un coágulo en la cabeza. Me daban años de recuperación, pero a los 15 días salí del hospital. Los médicos me dijeron que fue un milagro», recordó para agregar: «Me frustré mucho, me costó un montón asumir lo que pasó. Dejé el fútbol y luego retomé en Defensores, pero no me sentía igual».
El paso del tiempo no lo desanimó. Empezó crossfit, atletismo y se enganchaba con sus amigos al fútbol 5. Sin embargo, otra fecha fue determinante: el 19 de junio de este año; el comentado día en que siendo cadete del reparto de La Churrería de Funes descubrió que un pedido a su cargo era para la familia Messi que estaba en su casa del barrio privado Kentucky.
Así, comenzaron las notas en los medios al «churrero de Messi» y así Juan Pablo fue adquiriendo mayor visibilidad. El programa radial Perros de la Calle que conduce Andy Kustnezoff lo conectó con referentes del plantel de Godoy Cruz y el nexo entre su sueño de debutar como jugador profesional y la realidad empezó a acortarse. «Andy preguntó si me podían hacer una prueba y, al poco tiempo, se comunicaron conmigo. Me dieron un plazo y ahora tengo una fecha: este domingo en Mendoza, creo que en reserva o en cuarta», comentó.
Entre la confirmación de que iba a hacer una prueba y el momento de mostrar su destreza, Juan Pablo se entrenó duro. Fue a un preparador de fútbol y siguió con crossfit, y doble turno de fútbol. «Todavía no puedo asimilar todo lo que pasé. Fue todo muy de golpe. Estoy muy confiado para dar todo lo mejor de mí. Mi sueño es ser jugador de fútbol profesional. Leo es mi ídolo y creo que no fue casualidad que le haya llevado yo el pedido a su casa de Funes. La conexión es la pelota. Se me abrió una puerta gracias a la trascendencia que tuvo esto de trasladar los churros, y ahora todo depende de mí», apuntó.
Juega de lateral, puesto que le queda más cómodo y sabe desarrollar. «Nada de esto pasó al azar, estaba todo conectado; voy a dejar todo por concretar el sueño», destacó Juan Pablo.
Esta conexión a la que refiere este joven de 21 años también la siente la dueña de La Churrería. Desde aquel 19 de junio, amplió el personal de 5 a 25 personas, abrió su segundo local, tiene un camión gastronómico y realiza eventos. En carpeta está avanzada la negociación para darle la franquicia a un desarrollador que instale una sucursal en Miami. De concretarse, el sueño de comer churros sería una realidad para Messi.