La fecha límite dada por el presidente de Israel al líder opositor, Yair Lapid, para que forme un Gobierno vence esta noche y un variopinto conjunto de partidos pequeños que van de la izquierda a la derecha continúan las febriles negociaciones para asegurar una coalición que desbanque al primer ministro, Benjamin Netanyahu tras 12 años en el poder.
Se espera que las pulseadas políticas se prolonguen hasta horas avanzadas de la noche ya que a las 23.59 (17.59 de Argentina) expira el plazo fijado por el presidente saliente Reuven Rivlin.
Las negociaciones han reunido durante tres días a equipos de los principales dirigentes de la izquierda, centro y parte de la derecha, incluida Yamina, la fuerza religiosa de derecha de Naftali Bennett, quien sería primer ministro en una rotación con Lapid, si sus esfuerzos llegan a buen puerto.
«Todos trabajan duro para intentar ultimar un acuerdo lo antes posible», declaró una fuente cercana a las negociaciones citada por la agencia de noticias AFP.
«Vamos en la dirección correcta», dijo por su parte el líder del partido árabe israelí Raam (islamista, 4 diputados), Mansur Abbas, cuando llegó a la reunión.
Esta formación y el otro partido árabe israelí, la Lista Unida, acaparan toda la atención ahora que el grupo que quiere enviar a Netanyahu a los escaños de la oposición solo le faltan cuatro apoyos para alcanzar los 61 diputados necesarios para formar un Gobierno.
En el pasado Abbas se declaró dispuesto a negociar con cualquiera que se interese por la comunidad palestina israelí, que representa alrededor de un 20% de la población de Israel.
El centrista Lapid, a quien el presidente le encargó en mayo la formación de una coalición después de que Netanyahu fracasara en su intento, busca con urgencia un acuerdo de «Gobierno de unidad nacional».
Antes debe resolver las divisiones y las aspiraciones de los unos y los otros, sobre todo con las codiciadas carteras de Defensa o Justicia.
«Aún faltan muchos obstáculos hasta que se forme el Gobierno», había estimado el lunes Lapid.
La coalición es tan heterogénea que discrepa en casi todos los temas, desde la relación con los palestinos, la reactivación económica o el lugar que ocupa la religión.
Su único punto en común es el deseo de echar a Netanyahu, quien llegó por primera vez al poder hace 25 años y gobernó de 1996 a 1999 antes de ser reelegido en 2009, desde cuando ejerce como primer ministro.
El premier está siendo juzgado por «corrupción» en tres casos, lo que lo convierte en el primer jefe del Gobierno israelí que se enfrenta a cargos penales mientras ostenta el cargo.
Si deja el poder, pasará a ser un simple diputado y perderá su influencia para tratar de aprobar una ley que lo proteja de sus problemas legales.
En tanto, si Lapid anuncia un acuerdo antes de hoy por la noche, tendrá siete días para distribuir las carteras y obtener un voto de confianza en el parlamento.
Según la prensa israelí, el presidente del parlamento, Yariv Levin, un compañero de banca de Netanyahu, podría verse tentado de retrasar el voto de confianza con la esperanza de que en ese tiempo se resquebrajara el acuerdo anti-Netanyahu.
Si Lapid no logra formar Gobierno antes de la fecha tope, los diputados pueden pedir al presidente que encargue esa tarea de nuevo a un parlamentario o volver a las urnas, por quinta vez en poco más de dos años.
En tanto, en medio de la crisis política que atraviesa el país, el laborista Isaac Herzog, de 60 años, fue elegido presidente hoy.
Antaño líder del partido laborista, Herzog logró 87 votos frente a los 26 logrados por su adversaria, Miriam Peretz, una educadora sin experiencia en política pero muy popular en la sociedad israelí, tras haber perdido dos hijos debido en el conflicto israelí-palestino.