Una nueva edición de la Noche de los Museos copó las calles de la ciudad de Buenos Aires, con largas filas desde temprano en muchos de los cien espacios culturales que se sumaron -con entrada gratuita y hasta las 2 del domingo- en lo que constituye el primer evento masivo y gratuito, en el espacio público, después de las restricciones impuestas por la pandemia de coronavirus.
El calor y una agradable brisa acompañó las caminatas de un museo a otro que mostraba -en las primeras postales- una larga hilera en la explanada del Malba que pasadas las 8 de la noche daba la vuelta completa a la plaza lindera, en una oportunidad única de visitar con entrada gratuita el museo dedicado al arte latinoamericano y que alberga una muestra temporal del uruguayo Rafael Barradas. Desde la institución dijeron a Télam que estimaron un ingreso de 1.000 personas por hora. Entre los imperdibles, se veían muchas selfies junto al autorretrato de Frida Kahlo, parada obligada de la visita.
El corredor de Libertador -que concentra varios de los espacios participantes- ofrecía postales diversas donde se entremezclaban grupos de amigos o de familias a la búsqueda de muestras de arte, que debían ser esquivados por los runners vespertinos.
Hubo un circuito único y delimitado para recorrer las salas y el uso de barbijo fue obligatorio, pero era posible quitarse la mascarilla cuando se llegaba al jardín, donde se pudieron escuchar las primeras notas del piano como parte del concierto lírico programado.
A partir de las 20 y cada media hora la música se extendía por los alrededores del Museo Nacional de Bellas Artes en el comienzo del espectáculo multimedia «Postales urbanas», un mapping sobre la fachada del principal museo del país que mostraba cómo se movían, jugaban y danzaban algunas de las más destacadas piezas de la colección -44 en total-, como una de las máscaras de la sala precolombinas, «Sin pan y sin trabajo» de Ernesto de la Cárcova, o el «Retrato de Manuelita Rosas» de Prilidiano Pueyrredón.